Paralelos
Capitulo 2
Es tan raro sentir la alarma y al mismo tiempo no saber dónde ni cuándo estoy; será porque el tiempo nos ha succionado como simples piezas de un reloj innecesario para tirarnos a la infinita oscuridad del desconocimiento.
Minerva duerme, yo me levanto y voy directo al baño, me ducho y al salir recuerdo estar antes con el pijama, ¿habré dejado alguna prenda al menos?. Salgo en toalla pero en el piso no hay nada, del lado derecho de la habitación hay otra puerta, es un closet, entro y lo próximo que logro descubrir es que todo es de mi talla, así que este lugar debe ser mío. Las preguntas aumentan como las flores en primavera y tengo que encontrar sus respuestas, Minerva debe de saber algo más que yo ¿no?.
-Minerva, Minerva- le sacudo los hombros, tiene el sueño pesado.
-Qué gorda, qué queres- se da
vuelta.
-La ropa en el closet de quién es-
estoy arrodillada mientras me da la espalda.
-¿Es joda? Tuya Ala, no me despiertes
con boludeces.- ¿Mía? Entonces estaba en lo cierto.
Voy a cambiarme; cuando termino salgo de la habitación y dejo a Minerva dormir en paz; ¡es enorme!, ubico las escaleras y bajo. A la izquierda se encuentra la cocina, debería de tomar algún té al menos.
Al terminarlo salgo, ¡este lugar es
cada vez más grande! Tiene que haber alguna parada por aquí,
¿estaré cerca de mi antigua casa?.
¿Se han preguntado por qué nos atrapará tanto la curiosidad? y es que en realidad es una pregunta que aún no se ha podido responder, al igual que mis preguntas en estas últimas horas, aunque lo bueno de ella es que me hace notar la presencia de un vehículo, agarro sus llaves de adentro de la casa. Esto se siente como si recuerdos inexplicables habitaran en lo más profundo de mi mente, no molestan pero ahí están, no puedo evitar notar que sí los siento dentro de mi, palpitan fuerte como el corazón cuando el cuerpo corre y corre.
Me vuelvo a concentrar y voy lo más
rápido que puedo a encontrarme con Van, es lo único seguro ahora.
Salgo a las calles y noto algo
conocido, todos los arboles juntos, flores por donde se vea y la
línea delgada entre el ruido del tráfico y la calma de la playa;
voy hacia la ruta para confirmarlo y si, ahí está, el cartel que
dice Fortín de Santa Rosa.
Van no está muy
lejos para ser verdad, llego en 15 minutos, la rambla de Atlantida es
fácil de encontrar, por suerte.
Su casa también es
muy linda aunque otra si recuerdo bien la anterior.
-¡Ala! Vení pasa-. Se ve diferente, como si fuera la misma pero al mismo tiempo no.
-Si..- no puedo dejar
de mirarla, es todo tan raro.
-Estás cambiada y
en..- sé lo que va a decir, no puedo evitar terminar la frase con
ella.
-tan poco tiempo..-
asiento con la cabeza -si, ya sé, vos también.- La miré tan
profundo, buscando a esa amiga que había tenido desde niña y ahí
estaba, igual de intrigada que yo, hasta se le podían ver destellos
de miedo.
-Vamos adentro-. La sigo sin pensarlo.
Todo parece sentirse como en casa pero al verlo nada lo es.
-¿Un té?-. Me agarra distraída.
-No gracias, tomé
antes de venir- esbozo una leve mueca de simpatía.
Gira y se queda mirándome, seria y pensativa, ¿hablará? ¿se dirá en algún momento lo que no se quiere escuchar?. Como poder hablar con tantas preguntas sin responder, como tener tal coraje.
-¿Estaremos
muertas?- no se me había cruzado esa pregunta en ningún momento,
en realidad soy muy escéptica para que eso pase.
-No lo creo Van- puedo ver en sus ojos ese deseo desvaneciéndose.- Igual tenemos que
seguir averiguando.-
-Si, sobre eso..-
su cuerpo al fin hizo movimientos- ayer después de hablar por
teléfono contigo, aproveché y busqué en el mapa y la dirección
que aparece es en Bella Vista.-
-¿Bella Vista,
Maldonado?, no lo entiendo, ¿qué puede haber ahí?-
-Creo que vamos a tener que averiguarlo.-
No nos queda otra opción más que ir.
-Creo que vamos a tener que averiguarlo.-
No nos queda otra opción más que ir.
