jueves, 8 de febrero de 2018

 Paralelos 

Capitulo 3

-¿Faltará mucho?-. Está manejando Van, yo voy a manejar a la vuelta, si es que volvemos o siquiera llegamos.
-Si Ala, falta un montón, dormite un rato si querés.- Es lo que voy a hacer.

Cierro los ojos, acomodo mis hombros, pongo el cuello en una posición cómoda y logro conciliar el sueño enseguida.
En mi cabeza suena The Scientist una y otra vez, ya estoy en calma.

Van frena la camioneta de golpe y eso me despierta al instante; ¿ya habremos llegado?.

-¿Que pasó?, ¿por qué frenaste así?-. Van no hace ningún ruido.-¡Van!-.

Algo me tira del brazo y bajo de la camioneta, ¿Qué pasó con la ruta?. No me siento igual, ¿acaso Van cambió de dirección?.

-¡Ala!, vení entra-. Es como llenar en segundos el vacío que había sentido en todas estas horas.
-¿Mamá?- no lo puedo creer, es ella y está acá, conmigo.
-¿Por qué tenes esa cara de sorprendida?- seguramente sea porque lo estoy.
-¿Van donde está? No me dijo nada de venir hacia acá; es más, estábamos yendo para el otro lado.-. 

Es como si otra realidad chocara de frente con la nuestra, el momento de estabilidad se rompe y no entendemos por qué o siquiera cómo, mucho menos el cuándo.

-¿Van? ¿yendo para el otro lado?, ¿que lado? Si viniste con nosotros del hospital.- Frunzo el ceño al instante, ¡no puede ser!.
-¿Con ustedes? Imposible.- Empiezo a buscar su camioneta al instante. -¿Venimos del hospital?.- Lo primero que pienso: ¿cuál será la razón por la que vengo de ahí?.

Empiezo a moverme, busco a Van en todos los rincones posibles, aunque este lugar ya lo he visto antes, esas palmeras y...ese perro...él, él hace que esto se sienta como si estuviera en un cuarto oscuro enorme, frío, solitario, desesperanzado y una luz pequeña desde su más mínima existencia emanara calor, compañía y un poquito aunque sea, de esperanza.

-¿Paco?- viene corriendo hacia mi, no lo puedo creer, es él, es mi perro, creí no volver a verlo jamás.
-Te extrañó, en realidad todos lo hicimos.- Mamá se acerca a mi. ¿Extrañarme? ¿acaso no notan todo lo diferente, todo lo raro que está pasando acá?.
-¿Extrañarme? ¿Por estar con Minerva anoche?-. Ahora mi madre frunce el ceño, creo que se ha perdido también, ¿acaso no sabrá nada?.
-¿Quién es Minerva Ala?, estuviste en el hospital por un ataque de ansiedad.- 

¿¿Qué??

Me empiezo a tocar las manos; ¿vieron alguna vez lo rápido que pasa la montaña rusa de andar despacio a estar llena de velocidad?, yo estoy sintiendo exactamente eso, siento como subo a la cima cada vez más y más rápido.
La respiración se vuelve más profunda pasado el tiempo, el pecho empieza a vibrar lentamente y mis manos no tiene control alguno; siento como si algo dentro mío me aplastara lentamente los pulmones y no estoy pudiendo respirar.

-¿Ala?-. Mi madre está preocupada, no entiendo cómo no sabe nada de esto, y ¿ataques de ansiedad? ¿desde cuándo?.

Todo se vuelve cada vez más borroso, mis ojos se cierran aunque yo esté intentando hacer lo contrario.
Empiezo a escuchar voces diciendo mi nombre una y otra vez, mientras mi cuerpo se desmorona hasta llegar al piso bruscamente.

-Ala, Ala.- Solo veo luces, rayos de luces pasando frente a mis ojos.
-Ala.- Toda esa luz desaparece hasta quedar en una oscuridad completa.
-¡Ala!.- Van me cincha del hombro, agitada, como si estuviera gritándome hace tiempo.

Yo estoy más agitada aún.

-¿Qué pasó?-. Se siente como volver al principio, del cual tampoco sabemos absolutamente nada.
-No sé, te dormiste y empezaste a agitarte.-

Entonces ¿era un sueño?, ¡mierda!

-Dale que ya llegamos Ala- no le respondo, ni siquiera me muevo, ella lo nota al instante- ¡Ala! ¿que te pasa?-. ¿Como voy a saber siquiera eso? ¿como puedo saber eso?.
-Nada nada, una pesadilla.- No sé cómo decirle.

El lugar al que llegamos está repleto de edificios, por ende repleto de personas, ¿como vamos a saber quien fue él/la que mandó el mensaje?.

El clima es perfecto, casi magistral, como si el sol y el viento hubieran acordado llevarse bien el día de hoy. El viento no era excesivo, se sentía una brisa especial y el sol no te penetraba la piel hasta quemarte los huesos, te abrazaba suavemente.

-¿Ustedes también?-. De repente la brisa desapareció y el sol entraba lenta y dolorosamente por todo mi cuerpo.

¡Esa voz! No no no no no ¡no!. Me tengo que dar vuelta, queriendo no ver el rostro que porta esa voz....y si, es él, de todas las posibilidades en este mundo, no entiendo por qué tiene que ser él.

-¿Te llegó el mensaje?- Van le habla al instante, yo no termino de entender, de mirarlo confundida.
-Si si- me mira a mi, como si no fuese la primera vez que nos miramos por un rato largo a lo ojos- Ala.- Inclina levemente la cabeza.
-Urso.- No puedo evitar levantar levemente las cejas, y él, él esboza una linda sonrisa. 

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